DEPRESIÓN
La enfermedad silenciosa que afecta a tu cerebro

La tristeza, la pérdida de interés o el placer en las actividades diarias son sentimientos que todos podemos experimentar de un momento a otro. Pero, cuando estos pensamientos y emociones acaban persistiendo de tal modo que afecta sustancialmente nuestra vida, es posible que estemos ante una depresión.

La depresión en niños y adolescentes es un trastorno que va en aumento en la actualidad. Se estima que alrededor del 2 al 5% de los niños padecen depresión, lo que indica una prevalencia significativa en la infancia. A menudo, los síntomas son sutiles y pueden pasar desapercibidos tanto para los padres como para los educadores, lo que complica su diagnóstico y tratamiento temprano.

El impacto de la depresión en la infancia no se limita solo a la salud emocional, sino que también puede influir en el rendimiento académico y las relaciones sociales del niño. Reconocer estos signos tempranos es crucial para brindar el apoyo necesario y ayudar a los niños a enfrentar sus desafíos emocionales. Con el aumento de la conciencia sobre la salud mental, es fundamental que como padres y cuidadores seamos capaces de abordar esta condición.

Un entorno familiar o social caracterizado por conflictos, falta de apoyo emocional o abuso puede aumentar el riesgo de depresión, especialmente en los jóvenes.

Las experiencias traumáticas, como el abuso físico, emocional o sexual, son desencadenantes significativos de la depresión infantil. Estos traumas pueden afectar la autoestima y la percepción del mundo de los niños y jóvenes.

El abuso puede causar cambios profundos en la química cerebral y la respuesta al estrés. Quienes experimentan tales traumas a menudo enfrentan dificultades en sus relaciones sociales y en su rendimiento académico, lo que puede agravar sus síntomas.



Los síntomas de la depresión pueden variar significativamente. Identificar estos signos es esencial.

Entre los síntomas más comunes se encuentran los cambios en el estado de ánimo, que incluyen tristeza persistente, irritabilidad o frustración, pérdida de interés en actividades que antes disfrutaban, alteraciones en el sueño o en el apetito y dificultad de la concentración en los estudios.

Los niños también pueden mostrar síntomas físicos, como dolores de cabeza sin causa conocida. Estos signos se convierten en señales de alerta que requieren atención para evitar un deterioro mayor en su bienestar emocional.

Para poder afrontar esta condición es necesario ponerse en manos de profesionales en psiquiatría, puesto que será este profesional el que valore la gravedad del trastorno y recomiende la psicoterapia más adecuada, tratamiento que, en algunos casos, se acompaña de medicación. Con ayuda especializada se puede salir de la depresión.

  • Dra. Mónica I. Sánchez Pérez
  • Médico Psiquiatra Especialista en Psiquiatría
    Infantil y de la Adolescencia
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