¿Qué es el OJO SECO?

El síndrome del ojo seco o simplemente ojo seco, es una enfermedad inflamatoria crónica, compleja y multifactorial que afecta a la superficie ocular, provocando molestias y alteraciones visuales que pueden llegar a ser graves.

Se produce cuando el sistema lagrimal del ojo es incapaz de producir de forma natural la lágrima necesaria para la correcta lubricación del ojo.

Las principales funciones de la lágrima son nutrir de oxígeno a la córnea, mantener hidratada la superficie corneal y lubricarla favoreciendo el parpadeo, favorecer la visión al crear una superficie lisa y transparente que atraviesan los rayos de luz.

Además tiene una acción antibacteriana gracias a los anticuerpos y enzimas que están presentes en su composición.

También protege al ojo de infecciones e irritaciones, ya que favorecen la eliminación de microbios, polvo, insectos.

Por lo tanto, el ojo seco puede influir en la calidad de vida de la persona que lo padece y, en función de la severidad del caso, el daño puede ir de simples molestias a problemas más graves.



El síndrome del ojo seco se presenta principalmente en los ancianos, aunque con el aumento de los puestos de trabajo que obligan a pasar mucho tiempo frente a una pantalla, cada vez afecta a personas más jóvenes.

Los cambios hormonales son una de las principales causas del ojo seco y provocan que las glándulas lagrimales empiecen a producir menos lágrima o que la película lagrimal tenga una calidad inferior. Los síntomas del ojo seco pueden variar mucho de una persona a otra y pueden tener una amplia progresión.

Los síntomas más comunes son: Picor, ardor o escozor en el ojo; enrojecimiento; sensación de cuerpo extraño; fotofobia o sensibilidad excesiva a la luz; visión borrosa; sensación de fatiga o cansancio visual; escasa lágrima; lagrimeo abundante, pero de poca calidad y mucosidad.

Al no estar bien lubricada la superficie ocular, además de los síntomas descritos con anterioridad, la persona que padece ojo seco puede llegar a sufrir infecciones, inflamación de la córnea y/o la conjuntiva, queratitis punteada, úlceras corneales que lleguen a provocar cicatrices y hasta pérdida de visión.

Acude con tu especialista, no esperes a vivir las complicaciones de esta afección.