DENGUE Una enfermedad en expansión que puede ser mortal

por un mosquito, que puede presentar diferentes cuadros clínicos y cuyo pronóstico es impredecible. La Organización Mundial de la Salud la considera una enfermedad emergente susceptible de provocar epidemias en muchas regiones del mundo.

El dengue es transmitido por la picadura de un mosquito de la especie Aedes infectado con alguno de los cuatro serotipos de los virus existentes. Los síntomas aparecen al término del periodo de incubación (entre tres y 10 días).

La enfermedad se manifiesta entonces de forma abrupta, con fiebre de moderada a alta (que puede llegar a ser incapacitante), fuertes dolores de cabeza y ojos, dolores musculares y de articulaciones.

Otro síntoma común es el sarpullido, manchas rojizas predominantes en el tórax y los miembros, los cuales desaparecen brevemente. La erupción de piel del dengue generalmente se presenta desde el 3º día de fiebre.

El dengue hemorrágico es la manifestación más grave de la enfermedad. Se caracteriza por cambios en la coagulación de la sangre y por inflamación difusa de los vasos sanguíneos, especialmente de los capilares (vasos más pequeños del cuerpo). Como resultado, tenemos los siguientes eventos:

1. Aumento de la permeabilidad de los vasos sanguíneos. La inflamación de los capilares puede evolucionar a shock circulatorio.



2. Trombocitopenia (caída del número de plaquetas). Las plaquetas son células que forman parte del sistema de coagulación. Son la primera línea de defensa contra sangrados.

El cuadro clásico del dengue dura de 5 a 7 días y desaparece espontáneamente. No se transmite directamente de persona a persona ni por compartir artículos.

La medida más importante en la prevención del dengue es combatir el mosquito, sus larvas y huevos.

Por esta razón, es importante no dejar recipientes que puedan acumular agua al aire libre. Esto incluye latas, llantas, baldes, plantas en macetas, botellas, etc.

Acude con tu especialista de confianza, no tomes a la ligera esta enfermedad.