Ante un INFARTO CEREBRAL, resulta clave ACTUAR A TIEMPO
El infarto cerebral (coloquialmente llamado embolia) se produce cuando se obstruye el flujo sanguíneo a una parte del cerebro, generalmente por un coágulo sanguíneo, lo que provoca la muerte de las células cerebrales. Esta interrupción del suministro de sangre puede causar daños neurológicos graves, según la ubicación y el tamaño del área afectada.
Los eventos cerebrales vasculares, como los infartos cerebrales y hemorragias, son la segunda causa de muerte por enfermedad en el mundo.
La causa principal del infarto cerebral es la obstrucción de una arteria que irriga el cerebro. Esto puede ocurrir por diversos factores, entre los principales:
La trombosis implica la formación de un coágulo de sangre dentro de un vaso sanguíneo, lo que impide el flujo de sangre. Este coágulo puede desarrollarse en arterias que ya están estrechadas por aterosclerosis -una condición caracterizada por la acumulación de depósitos de grasa en las paredes de los vasos-.
Un infarto embólico se produce cuando un coágulo o residuo viaja por el torrente sanguíneo y se aloja en una arteria cerebral. Esto se observa a menudo en personas con fibrilación auricular, una afección cardíaca que provoca latidos cardíacos irregulares y aumenta el riesgo de formación de coágulos.
Los síntomas de un infarto cerebral pueden variar ampliamente según la región cerebral afectada y la gravedad del infarto:
Entumecimiento o debilidad repentina en la cara, el brazo o la pierna, especialmente en un lado del cuerpo.
•Confusión, dificultad para hablar o comprender el habla.
•Alteraciones visuales en uno o ambos ojos.
•Dificultad para caminar, mareos o pérdida del equilibrio y la coordinación.
•Dolor de cabeza severo sin causa conocida.
Reconocer estos síntomas y buscar atención médica inmediata es crucial, ya que la intervención temprana puede mejorar significativamente el curso de un infarto cerebral.
El pronóstico del infarto cerebral varía en función de varios factores, entre ellos el tamaño y la ubicación del infarto, la edad del paciente, el estado general de salud y la rapidez del tratamiento.
Algunos pacientes pueden recuperarse por completo, mientras que otros pueden presentar déficits neurológicos residuales.