ESCLEROSIS MÚLTIPLE “La enfermedad de las mil caras”

La Esclerosis Múltiple (EM) es una enfermedad neurológica; afecta al Sistema Nervioso Central, formado por el cerebro y la médula espinal. El sistema inmunitario normalmente protege al cuerpo, pero en la EM ataca a la mielina de las células nerviosas (neuronas) por error. Al atacar de manera indiscriminada el sistema nervioso central los síntomas y manifestaciones son muy variadas.

No todos los síntomas aparecen en todas las personas, ni lo hacen con la misma intensidad. Este es el motivo por el que se presenta en cada persona de forma distinta y se suele llamar “la enfermedad de las mil caras”. La mayoría de los casos se diagnostican en personas que tienen entre 20 y 40 años de edad, precisamente cuando están diseñando su plan de vida, pero también puede aparecer en niños, adolescentes y ancianos. En los adultos jóvenes ocupa el primer puesto entre los trastornos neurológicos que causan incapacidad.

Hay personas que permanecen prácticamente asintomáticas tras largos años de evolución y hay otras con brotes frecuentes, o deterioro progresivo marcado o incluso, con curso fulminante. Los síntomas dependen del área inflamada o dañada en un momento específico. Además, los síntomas son diferentes en cada persona, se puede llegar a presentar fatiga, problemas de memoria, cambios anímicos, dificultad para movilizarse, entumecimiento, dolor, cosquilleo y deterioro de la visión.

Los tratamientos modificadores de la enfermedad (DMT, por sus siglas en inglés) han revolucionado el manejo de enfermedades autoinmunes y neurodegenerativas, como la esclerosis múltiple (EM).

Estos tratamientos actúan sobre las bases patológicas de la enfermedad, modulando o suprimiendo la respuesta inmunitaria. Con la introducción de fármacos más avanzados, los pacientes han experimentado una reducción significativa en la frecuencia y severidad de los brotes, ralentizando la progresión de la discapacidad física y cognitiva. La variedad de opciones, que incluyen terapias inyectables, orales e intravenosas, ha permitido personalizar el tratamiento según las características individuales de cada paciente.

El impacto de los DMT en el pronóstico de enfermedades como la EM ha sido radical. En el pasado, el pronóstico era sombrío, con un curso inevitable hacia la discapacidad.



Sin embargo, los pacientes que inician DMT a tiempo tienen la posibilidad de llevar una vida casi normal. Algunos estudios muestran que hasta el 70% de los pacientes tratados tempranamente con estos medicamentos pueden evitar la progresión a etapas más avanzadas de la enfermedad. Esto ha cambiado por completo el escenario clínico, donde antes predominaban los cuidados paliativos, a un enfoque donde la intervención temprana tiene un rol crucial.

Además de modificar el curso clínico de la enfermedad, los DMT han mejorado notablemente la calidad de vida de los pacientes. Estos fármacos no solo reducen los síntomas debilitantes de la enfermedad, sino que también ayudan a mantener la independencia y funcionalidad de los pacientes en su vida diaria. Gracias a estos avances, muchas personas con enfermedades como la EM pueden continuar con sus actividades laborales, sociales y familiares durante más tiempo, disminuyendo la carga emocional y económica tanto para ellos como para sus cuidadores.

En conclusión, el diagnóstico y tratamiento temprano son vitales para aprovechar al máximo los beneficios de los tratamientos modificadores de la enfermedad. Un diagnóstico precoz permite iniciar la terapia en las primeras fases de la enfermedad, cuando los pacientes aún tienen menos discapacidad acumulada y una mayor respuesta a los tratamientos. Este enfoque no solo mejora el pronóstico a largo plazo, sino que también transforma radicalmente la vida de los pacientes, permitiéndoles vivir de manera más plena y con menos limitaciones.